No es tarea fácil la de Puebla. Rescatar la ética de la política es algo serio, y la confianza de la ciudadanía, lo es mucho más.
18.09.2009
Un tema que viene al caso ahora que en el año 2010, se van a festejar los dos centenarios más claves en la historia de México, “Independencia” y “Revolución”. En los casi 200 y 100 años de distancia, respectivamente, ¿Cuál es la visión y concepto de nación que tenemos los mexicanos?, ¿Qué conceptualización tenemos de estos eventos? ¿Cuánta realidad histórica ha existido en la enseñanza?, ¿Qué efectos ha tenido este tipo de percepciones sobre la idiosincrasia nacional y el como somos?, ¿Esto refleja el actual discernimiento de los mexicanos por su gobierno y la ética de la política?.
Algo claro que han plasmado cronistas críticos de la historia de México es que las fechas 1810 y 1910, no son tan significativas como la historia y enseñanza oficial lo han señalado. La independencia de México inició en septiembre de 1810 y culminó en 1821 con una forma y fondo muy distintos al movimiento iniciado por la revuelta popular de Miguel Hidalgo y Costilla contra os dominantes de la nueva España, misma que fuese derrotada en unos meses, y la continuidad del pensamiento generado a través de la alianza entre Iturbide y Guerrero, que supone dio lugar a la lucha de independencia contra el yugo español en su genérico.
Lo mismo puede decirse sobre la Revolución Mexicana. El llamado al “Sufragio Efectivo No Reelección” de Francisco I. Madero en 1910, terminó siendo letra muerta en la culminación del movimiento armado. Al respecto, para hablar de la culminación de ésta, ya que efectivamente habría de considerar el parteaguas de 1929 en donde se crea el Partido Nacional Revolucionario (PNR, ancestro del PRI), fecha en la cual se culminó un proceso bélico e inició otro estructural y de modernización. Es decir, la institucionalización y con ello, las disputas por el poder. Un perfeccionamiento consciente muy importante el primero, pero que no tuvo continuidad con lo iniciado por Madero en 1910.
Con las mismas cifras del gobierno en los últimos años, se puede hilvanar la dramática situación por la que vive y atraviesa el pueblo de México, sólo que los funcionarios y las élites del poder político se niegan a ver la realidad y prefieren seguir en la danza de las cifras, en cada utopía sexenal. Lamentablemente los que hemos vivido la realidad y sufrimos día con día lo maquiavélico de la ética de la política actual, no pecamos de ignorancia ante la crisis que continúa por la implementación de programas de desarrollo incidentales con la corrupción burocrática y privada, la preferencia por las élites de poder económico en México y el extranjero, la inequitativa aplicación de las vociferadas modificaciones Constitucionales y sus Leyes reglamentarias, así como la decadencia de la productividad y competitividad en el campo, la industria y el desarrollo sustentable en general, que al fin y al cabo, no son mas que un llamado a profundizar en la crisis del neoliberalismo y las promesas incumplidas de campañas administrativas y políticas.
No cabe duda, los ideales de Independencia y Revolución han dejado de consolidarse. Se Incrementa el desempleo, la miseria, la exclusión y la polarización económica y social, la inseguridad, el deterioro ambiental, pero sobre todo, la desconfianza de la ciudadanía en la racionalidad de los gobernantes, en la ética de la política y en el destino de México.
Ante ello, la ciudadanía tendrá que recapacitar conforme a lo visto y transmitido por los diversos tipos de medios de comunicación, que cotidianamente señalan que el PRI, el PAN, y demás partidos políticos de Puebla, tan solo se preocupan por ellos, gritan, se pisotean, se envenenan y envenenan la paz de los poblanos con su guerra sucia, y fundamentalmente, sudan, pero no por México, mucho menos por Puebla, transpiran por el proceso de nombramiento y unción de gobernador y presidentes municipales.
Recordar la historia no es tiempo perdido, máxime tocante al tema de ética de la política y confianza de la ciudadanía en Puebla. Las torpezas en el ejercicio del poder público, por sus abusos o por deficiencias, hasta el año de 1992, se solucionaron desde México, D. F.. Por motivos de credibilidad actuante y excesos de poder, cayeron del trono el general Antonio Nava Castillo (1963-64) y el Dr. Gonzalo Bautista O’farril (1972-73). En las elecciones de 1998 en Puebla y en el 2000 con los comicios federales, D’n. Manuel Bartlett y Ernesto Zedillo permitieron, para mal de Puebla y México, la alineación de una nueva élite política, así como la cimentación de partidos con tecnologías mediáticas de planeación, programación, gobierno y sobre todo, de lucha sucia por el poder que hoy en día se recrudece, al ser de origen sostenidos por la ambición de intereses personales y de las élites de poder económico.
Llamado de atención a la ética de la política y la búsqueda de la confianza ciudadana. Uno de los problemas centrales de las sociedades modernas es la integración horizontal, es decir, el mantenimiento de relaciones medianamente armónicas entre las distintas élites sectoriales. Por otra parte, también presentan el desafío de la integración vertical, esto es, el establecimiento de un contacto fluido con el común de la población.
Bajo estas premisas y habiendo leído o escuchado algunos argumentos que apuntan hacia la posibilidad de que lo ocurrido en México en 1810 y 1910, en Puebla en el periodo….. y de actualidad en Honduras, tierras centroamericanas, los aspirantes a un puesto de elección popular para el 2010 en Puebla, iluminados por la necesidad del pueblo, deberán medir a partir de hoy, la capacidad que tienen para realizar sus funciones políticas y sociales de manera moderada y discreta, eviten conducirse con soberbia, reconozcan sus propias limitaciones y las cualidades ajenas, resistan con valentía las influencias nocivas y, luchen sí, pero por defender los valores y necesidades del pueblo.
La razón, la fuerza de la verdad.
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