miércoles, 26 de agosto de 2009

Puebla en camino de la destrucción

La realidad ambiental del estado y el cambio climático

Desvergonzada, inexperta y corrupta actuación de Blas Villegas Lara, titular de la Agencia de Protección al Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable del municipio de Puebla, ante la televisión local y la denuncia pública que a través de ese medio de comunicación le fue presentada sobre la contaminación atmosférica que producen algunos baños públicos en la localidad.

No cabe duda que su nombramiento es uno de los desaciertos de Blanca Alcalá en lo que va de su administración y fundamentalmente por lo vital que es la protección del medio ambiente para el municipio y el estado de Puebla. El mensaje televisado el día de ayer 26 de agosto, le confirma a la ciudadanía que al funcionario marinista no solo le falta sensibilidad y expresión ante el caso, sino también, que se vislumbra una administración ambiental municipal que estará plagada de corrupción y proteccionismo de grupos, por encima del desarrollo sustentable y la calidad de vida de los poblanos.

Cabe recordar que en 1992, por el alto grado de corrupción que existía en la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología (SEDUE), fue creada la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA). Con la publicación de su Reglamento Interior, en septiembre de ese año se crearon delegaciones estatales a fin de facilitar la cooperación federal y local (estado-municipio) en la irrestricta aplicación y cumplimiento de las normas y los reglamentos ambientales.
Asimismo y para ello, en el periodo 1993-94 la Delegación de la PROFEPA en Puebla elaboró un anteproyecto de reglamentación ambiental municipal y mediante el loable esfuerzo conjunto con el Congreso del Estado, fue propuesto y expuesto en los 217 municipios de la entidad, y particularmente mediante el aval del ayuntamiento poblano, emitida la reglamentación correspondiente para el municipio de Puebla.

Por si el funcionario marinista Blas Villegas Lara aún no lo sabe, en términos genéricos, los objetivos ambientales que se persiguen son reducir emisiones al aire, agua y suelo; minimizar los efectos adversos de éstas sobre la salud humana y los ecosistemas; prevenir y minimizar riesgos de accidentes y daños al ambiente; contribuir a un uso más racional de los recursos naturales que se explotan o se incorporan a los procesos, a la vez que se haga transparente, menos oneroso, más simple y ágil para la empresa (en cada ámbito de competencia federal, estatal o municipal), el cumplimiento de las disposiciones ambientales vigentes.

Tal es el caso también, como “botón de muestra”, lo referente a la RESPONSABILIDAD PENAL DE LOS ADMINISTRADORES. (Artículo 7 del Código Penal Federal). “En los DELITOS DE RESULTADO MATERIAL también será atribuible el resultado típico producido al que OMITA IMPEDIRLO, si éste tenía el DEBER JURÍDICO DE EVITARLO. En estos casos se considerará que el resultado es consecuencia de una conducta omisiva, cuando se determine que el que omite impedirlo TENÍA EL DEBER DE ACTUAR PARA ELLO, derivado de una ley, de un contrato o de su propio actuar precedente.”

Como punto coincidente de conciencia, relevante es de hacer mención que hasta hace pocos años las autoridades señalaban que había 25 millones de mexicanos en condiciones de vulnerabilidad frente al cambio climático. Hoy, las propias autoridades advierten que 68.2 por ciento de la población es vulnerable a los impactos de este fenómeno (más de 70 millones de mexicanos). Al destruir y degradar los recursos naturales no solamente estamos acabando con los ecosistemas de miles de especies de todo tipo, también estamos comprometiendo seriamente la viabilidad de la vida humana.

En este sentido las tendencias ambientales del Estado de Puebla no han cambiado. A pesar de las alertas de organizaciones y de académicos, la entidad presenta uno de los mayores índices de degradación ambiental del país.

Esta precisión es graves de por sí, pero a la luz de los impactos del cambio climático global se vuelven alarmantes. Los ecosistemas bien conservados ayudan a mitigar los impactos del cambio climático, en tanto que los ecosistemas degradados lo que hará será agudizarlos.

Y al hablar de impactos del cambio climático en Puebla, no sólo estamos hablando de pérdidas en infraestructura o impactos económicos; estamos hablando, principalmente, de pérdidas humanas.

La ignorancia y la visión de corto plazo de los tomadores de decisiones acerca de los enormes beneficios que nos proporcionan los ecosistemas y, por tanto, el permitir e incluso avalar su destrucción nos está llevando irremediablemente a una catástrofe económica, social, política y ambiental.

Los recursos naturales (cimientos de desarrollo sustentable del Estado) se están desmoronando. La visión de corto plazo orientada exclusivamente a beneficiar los intereses privados está hipotecando el futuro de todos. Esta visión nos está llevando al límite: hoy el agua dulce es poca, profunda y en muchos casos está contaminada, la cubierta forestal está fuertemente degradada, la desertificación avanza rápidamente, muchas especies están en peligro, la diversidad de cultivos se está reduciendo, al tiempo que toda clase de residuos y partículas tóxicas se encuentran en el agua, el aire, el campo y por ende, nuestros cuerpos.

¿Cuánto más aguantaremos?. Continuar sacrificando los ecosistemas para beneficiar a los mercados, a algunas élites o corporaciones y a ciertos grupos políticos no sólo es equivocado, es también peligroso. Es urgente revertir esta tendencia.

Es indispensable que el Estado, los municipios y particularmente la Secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SMRN) y la Agencia de Protección al Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable del municipio de Puebla, velen única y exclusivamente por el bien común, por los recursos que debemos heredar a las generaciones futuras y por la viabilidad de nuestra entidad a mediano y largo plazos.

Es fundamental que quienes toman decisiones sienten las bases para detonar el uso de energías renovables, para acabar con la deforestación, para reactivar el campo, para proteger a las comunidades que viven en contacto directo con el patrimonio natural de Puebla. Es decir, las bases para transitar hacia un modo de vida ambientalmente viable y socialmente justo y para mitigar los impactos del cambio climático.
No más y no menos…Si queremos futuro, si queremos a México y a Puebla, esto es lo que hay que considerar para tomar las decisiones correctas.

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